domingo, 12 de septiembre de 2010

Verás / You'll see

Pensás que no puedo vivir sin tu amor; verás. Pensás que no puedo continuar un día más. Pensás que no tengo nada sin vos estando a mi lado, y verás de algún modo, algún día (...) Pensás que sos fuerte, pero sos débil. Requiere más agallas llorar, admitir la derrota. Tengo la verdad de mi lado y vos sólo tenés resentimiento, verás, algún día que puedo estar de pie por mí misma.

Eso es lo único que necesito para desarrollar mi tema del día. Así que ahí voy...
Por mucho que se empeñen en destruirnos, -y vaya que existen momentos en que sólo parece que el de al lado desea nuestra muerte (no necesariamente física, sino psíquica)- es menester tener conciencia de que podemos estar de pie a pesar de todos los golpes que nos pueden dar. Hay quienes piensan que uno no tendría existencia sin el otro, que no podría amar, respirar, dormir, confiar nuevamente sin el ser destructor a su lado. Pero todos somos "entidades aparte" y lo individual es más destacable en cuanto al amor propio cuando de protegernos a nosotros mismos ataña.
El que mucho pregona ser fuerte, es el más débil y es una verdad inmensa que se necesita mucho más valor para llorar y admitir una derrota que para actuar como un soberbio. Porque este último, se llena de cólera y se termina destruyendo a sí mismo; en cambio, el primero, logra exteriorizar todo el dolor de haber perdido.
A simple vista, quizás nos parezca estupendamente envidiable la forma de ser del soberbio, orgulloso, pedante. Pareciese como si NADA le afectara; como si fuera una roca inamovible. Esa fortaleza que tan bien exhibe es lo que más que nada en el mundo nos lastima. Pero el problema es que esa persona aparentemente inmutable, está sufriendo tanto o más que uno que se muestra tal como es. Justamente porque no está siendo fiel a sí mismo; a sus sentimientos. Luego verá que es doblemente infeliz porque debe mantenerse en una posición de inmutabilidad para alimentar a su orgullo y entonces se muestra "indiferente" a lo que está socavando su vida. No admitiría jamás el dolor, porque eso implicaría mostrarse tan débil como realmente es.
Y por otro lado, está quien se muestra transparente en sus sentimientos. Quien a pesar de estar sufriendo por una derrota, un abandono o un rechazo, lo muestra para curar sus heridas más rápidamente que si las ocultara bajo una venda que sólo pudre la lastimadura. Toma, según parece, más tiempo, pero es una cura segura a nivel mental. Es una recuperación indudable y se sabe que esa herida ya no volverá a abrirse. Puede doler tremendamente al principio, pero luego es una prueba superada.
Para nuestro bien psíquico, es en extremo aconsejable demostrarse tal como se es. Enmascarar nuestros verdaderos Yo, sólo hace que la cura se dilate y hasta corremos el riesgo de que nunca se cure del todo.
Pensalo y ya lo verás.


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