miércoles, 30 de marzo de 2011

Friend or Foe? / Amiga o enemiga?

"¿Es ya demasiado tarde? Nada hay para salvar / Mirás lejos, para limpiar todo el daño / El significado de las palabras de amor ha desaparecido / Solíamos amarnos una a la otra, dar a la mentira de la otra, cobertura así que ¿sos amiga o enemiga? / Una por la otra vivía por el alma de la otra, ¿sos amiga o enemiga? / Porque lo solía saber. / Las promesas son concesiones sin sustancia / Y ante una muestra de afecto, tratando de tocarte la mano, siento un holograma: / ¿estás ahí aún?"

Hay ocasiones en las que nuestras acciones nos juegan malas pasadas y de vez en cuando, si somos lo suficientemente perspicaces, podemos evidenciar deslices que nos juega la mente que carece de amor propio y se dedica full time a someternos a un boicot de ser felices. Es entonces cuando surge una dicotomía entre el Yo consciente y el Yo inconciente. Por supuesto que este último es el que realmente tiene el "poder" de hacernos accionar y reaccionar a nivel consciente y por su causa es que notamos una ambivalencia en nuestras conductas. Mientras sentimos que nuestra mente nos dicta determinadas cosas, muchas veces llegamos hasta a hacer cosas que están muy alejadas (y hasta en oposición a) de lo que esa voz interior nos dictamina. Por ende, dejamos filtrar desde el inconciente actitudes e incluso formas de pensar que se contradicen a lo que pensamos "a simple vista" (esto es desde nuestra conciencia).
Hay una cuestión, en todo esto, que no puede pasarse por alto y es el hecho de que nuestro inconciente no está "afectado" por preconceptos ni por pautas morales y sociales; en sí, es nuestra esencia más verdadera y fiel de nosotros mismos. Sin embargo, al hacernos actuar de un modo específico (entre el cual puede considerarse el autoboicot) hay una persecución por adelantar lo que Freud denominaba "impulso de muerte", el cual propicia que seamos nuestros propios enemigos y generemos una pesadumbres tan especial para con la vida que el alivio sea únicamente sucumbir ante la idea de ser personas realizadas y ergo, felices.
Por esto, es que a veces actuamos como nuestros peores enemigos y nos dedicamos completamente a ser el mejor haciendo que padezcamos lo que en verdad, deberíamos disfrutar.
Claro está que el cuadro de psicopatología se agrava cuanto más tiempo pasamos enquistados en el cáncer autodestructivo. Y aunque no sea fácil combatirlo/ luchar contra la fuerza interna del "impulso de muerte", es trascendental poder hacerlo, porque en algún momento, si realmente aspiramos a llegar a algún lugar, debemos superarlo.... sino, debemos condenarnos a morir en el intento y eso no es para nada realizador: terminamos siendo un fantasma vagabundo de un mundo hologramado de nosotros mismos, sin poder tocar la mano de quien está efectivamente vivo.

lunes, 28 de marzo de 2011

I Do! / Yo sí!


"(...) Todo el mundo siente de esta forma y Yo sí, también / No podés escucharlo, pero Yo sí / No parecés enojado, pero Yo sí".

Suele sucedernos que tendemos a acumular muchas de las cosas que sentimos decir en determinados momentos
. Muchas veces por causa de una pseudo-diplomacia, otras tantas por falta de carácter de expresarnos y la mayoría de las veces porque desconocemos nuestras armas para poder comunicar nuestro malestar para con los demás, siendo o no responsabilidad (necesariamente) del de al lado.
En la Psicología, esta capacidad para expresarnos de manera "adecuada", sin desmerecer al otro, sin uso de soberbia y dejando en claro que es nuestro punto de vista y consecuente sentimiento el que se dispone a "responder" correctamente ante un "improperio" o "desubicación" del prójimo, se denomina "asertividad". Se trata de poder hacer un uso positivo de la lengua y, éste, acompañado de gestos, lenguaje corporal y una tonalidad de voz tranquila pero firme, nos puedan ayudar, en su conjunto, a no desestimar nuestras formas de demostrarle al otro cuál es el efecto (bueno o malo) que nos causan las palabras de los otros. Estamos poniendo de manifiesto cuáles formas, denominativos, caracterizaciones y calificativos, nos pueden llegar muy profundo; tanto que nos llegan a dañar.
Por ende, es muy necesario, como todo en la vida, poder ejercitar tanto como sea necesario, la
capacidad de ser asertivo. Nos cuesta cuando se trata de poner en marcha un nuevo mecanismo que moviliza todo nuestro ser psíquico y más aún cuando conlleva interacción del cuerpo y el habla (aspecto altamente difícil de manejar). Sin embargo, es menester que para hacer valer nuestra esencia, no nos dejarnos pasar por encima y delimitemos nuestras capacidades de aguantar cosas que no van con nuestros principios y valores.
Lo cierto es que la asertividad va de la mano de la autoestima. Cuanta mayor es esta última, menos nos costará desarrollar la primera, porque más seguros estaremos de lo que pensamos y sobre lo que aceptamos de los otros (y también lo que rechazamos, por supuesto). De otro modo, con baja autoestima, nos costará el doble de trabajo mental el poder hacer valer nuestras formas de pensar, sentir y opinar. Todo el mundo se siente alguna vez de alguna manera y nadie puede escapar de las sensaciones humanas que nos rodean. El enojo, el dolor, la alegría y las ofensas no escapan a ningún ser humano. Empero hay que aprender (y muy bien) a lidiar con ellas y poder comunicarle al otro de un modo no hiriente ni ofensivo, cuál es el efecto inmediato de las palabras que acaba de emitirnos.
Cierto también es que muchas personas no logran evidenciar mucho lo que atraviesa sus mentes pero eso ya es tema de ellos. Acá lo importante es poder sacar de adentro nuestro, a su debido tiempo, y de un modo delicado, lo que nos sucede por nuestro interior, cada vez que nos hieren, nos hacen enojar, nos dan felicidad y/o nos ofenden. Así es como procuraremos un bienestar y un buen entorno en el cual movernos y sentirnos seguros a la hora de poder hallar fuerzas para traspolar esas actitudes a otras situaciones de diverso contenido vincular.

domingo, 6 de marzo de 2011

Mi asignatura pendiente


"Por andar ocupado en el cielo, olvidé que en el suelo se vive mejor"

A veces nos sucede que por hacer los trámites de la vida cotidiana, por perdernos en la vorágine del día a día, perdemos la capacidad de reflexionar si estamos en la senda correcta que es, en definitiva, aquella que nos va a llevar a la realización personal, a reencontrarnos con el deseo que nos guiará hacia nosotros mismos. Esa completud, es de un difícil hallazgo, pero no imposible.
El problema se suscita cuando escapamos a los intentos de seguir en la brecha por la cual debemos transitar para llegar al objetivo de ser quienes somos llamados a ser. Por ignorancia, por oposición o por un mismísimo autoboicot, podemos llegar a condenar nuestras vidas a tener una falta de sentido total si es que hacemos caso omiso a lo que nuestro Yo interior nos está dictando que hagamos para llegar a ser felices.
Lo cierto es que hoy en día, muchas cosas son difíciles de alcanzar. Sin embargo, lo que parece tan lejano es causa de que pensamos que son cosas inalcanzables y por ende, o intentamos llegar a ellas por medio de vagos intentos y escasísimas pruebas, o directamente no apostamos si no es "sobre seguro".
Pero mientras más pasa el tiempo, el vacío de la carencia de realización personal se hace notar y nos va pasando factura por cada asignatura pendiente que no rendimos en tiempo y forma. Perdemos adrede (concientemente o no) las oportunidades de dar el examen que, al fin y al cabo, nos conducirá a una sensación de completud para con nosotros mismos.
Por eso es que tantas veces elegimos perdernos entre las nubes del cielo (esto es, en las nimiedades que nos distraen de la vida cotidiana) y olvidamos que nuestra felicidad está en el momento en que ponemos los pies sobre la tierra de nuestros deseos y comenzamos a transitar, como podemos, la senda hacia nuestro bienestar.
Las asignaturas pendientes, en síntesis, acarrean sensaciones de fracaso y una sucesión de estos, puede causar un abandono fácil por parte del sujeto, si es que no es habitué en el área de la perseverancia. Empero hay que tener bien en cuenta que muchas veces los fracasos los creamos nosotros mismos por temor a alcanzar los objetivos que tan bien nos hacen. Entonces es cuando dejamos asignaturas pendientes como en la facultad y nos limitamos a no escuchar la vos interna.
Y, para ser francos, ... ¿es eso lo que deseamos para nuestras vidas? ¿No sería mejor luchar como seamos capaces de hacerlo, por la propia felicidad?
Para finalizar, dejo un ejercicio que me sirvió mucho para encausar la realización de mis propios deseos. Para hacerlo, no es necesario saber a lo que estamos apuntando a ciencia cierta; sólo debemos pensar qué nos hace felices y con qué actos concretos alcanzamos esa felicidad. Luego, el siguiente paso es dejar por sentado en un papel esos sucesos que tan bien nos hacen para recordar que son trascendentales para que podamos ser felices. Por último, tenemos que ponernos en marcha y ejecutar acciones, o sea: estudiar, "fijarnos una fecha de examen" y poder rendir la asignatura pendiente y por fin dejar de anhelar cosas que sí están a nuestro alcance y por las que muchas veces no queremos responsabilizarnos.