sábado, 19 de febrero de 2011

Reencontrar

Ahí va el hipervínculo de la dulce Raquelita :) debajo de él, les regalo la letra :)

Sientes que al estar, lejos de tu hogar, / Muchas cosas hay que replantear, / En alguien muy distinto te haz llegado a transformar / Te vuelves ha encontrar / Y buscas amistad, en la gran ciudad / Quieres comenzar con serenidad, / Y lo que ayer iba del revés / Más claro que agua ves / Te vuelves a mirar, te empiezas a reencontrar / Por la vida vas, seguro y decidido / Pero menos mal que acabarás perdido / Perderse no es ningún error / A veces es mejor / Te vuelves a buscar, te empiezas a reencontrar / Esperando estás, desde tiempo atrás, / Y ella va a llegar, ella es todo y más /La miras vives por ella y das al final te entregarás / Te vuelves a aceptar, te empiezas a reencontrar / (...) / Te vuelves a inventar te empiezas a reencontrar.

Recordemos que para volvernos a mirar, encontrar, aceptar e inventar necesitamos, alguna vez, atravesar la situación de sentirnos perdidos... sólo así, en el momento en que damos con lo que efectivamente estábamos persiguiendo, aún sin conocer sus características a ciencia cierta, nos damos cuenta que ÉSE es el objetivo por el que tanto luchamos.

domingo, 13 de febrero de 2011

Kick start / comienzo rápido

Necesitamos un comienzo rápido / necesitamos un solución inmediata / necesitamos dar un siguiente paso / si es que realmente estamos dispuestos a empezar /
Nos sentamos en el sofá / mientras miramos la tele / y el teléfono no suena y es perfecto / Aunque no me consuela que estemos jugando como siempre a las cartas / porque es sólo más de lo mismo / una y otra y otra vez /
Así que estoy tratando duramente de hacernos reaccionar / pues estamos atrapados, tenemos miedo y nos quedamos pensando / Las cosas tienen que cambiar / porque estos son pensamientos que no deben contar / ¿puede hacerse algo? / Al menos, podemos no dejar que ellos nos arrastren /
Necesitamos de un gran impulso / para alcanzar la conclusión correcta / y si realmente estamos saliendo a vivir, que podamos lograrlo y empezar.


Para poder comenzar, es necesario decidir por dónde empezar.

domingo, 6 de febrero de 2011

El universo sobre mí

(...) Nada que descubra lo que siento, que este día fue perfecto y parezco tan feliz (...) Quiero vivir, quiero gritar, quiero sentir el universo sobre mi, quiero correr en libertad, quiero encontrar mi sitio (...) Quiero correr en libertad, quiero llorar de felicidad (...) como un náufrago en el mar, quiero encontrar mi sitio (...)

Eva Amaral entona preciosas estrofas que danzan en nuestros oídos cual los bailarines del Cirque du Soleil en las presentaciones que realizan alrededor del mundo que espera con ansias ver el despliegue escénico tan sentido y maravilloso de la libertad. Lo cierto es que no muchas veces tenemos una lucidez que permita que veamos más allá de la propia realidad y presumimos, constantemente, que siempre es uno quien se lleva lo peor. Hasta que llega el momento en que, querramos o no, nos topamos con un espejo que emula nuestras formas de actuar y vemos cuán disgustantes, desagradables y hasta condenables (desde nuestros principios y parámetros) son tales acciones o formas de actuar que tendemos a poner en práctica ya que no lo vemos (en quienes somos) como un acto de soberbia. Empero, lo es. Sucede que no nos damos demasiada cuenta de lo que hacemos hasta que un tercero nos lo hace ver o hace de actor proyectado de nosotros mismos con otro.
Cuando somos capaces de apreciar esta verdad, es cuando experimentamos esa alegría de vivir y las ganas indescriptibles de sentir el universo sobre nosotros y de ese modo, encontrar nuestro lugar en el mundo que no sucede ser nimio, sino, por el contrario, inmensamente importante para muchos, a pesar de que, a simple vista, no querramos verlo porque, cierto es, también, que es una gran responsabilidad emocional y hasta moral saber que uno es necesario para el bienestar del otro: todos aportamos algo a alguien. Estamos en esta vida con un objetivo no sólo de realización personal, sino también de acompañamiento a un prójimo que nos requiere y del cual aprendemos y al cual enseñamos sin siquiera darnos cuenta.
Todos nos sentimos náufragos del destino, atravesamos instantes de incertidumbre y podemos llegar a preguntarnos si en serio hay alguien que nos necesita, porque, la autoestima, está muy por debajo de las cañerías subterráneas. Y es entonces cuando acaece algo que nos asegura que todos estamos en este camino por una causa. No importa cuál es. Después de todo, venimos al mundo para decodificar el jeroglífico que nuestro papiro lleva inscrito en sí. Otro período de tiempo, nos toma ponernos en marcha para la excavación arqueológica que nos indica dicho escrito intransferible (personal y privado) y finalmente, partimos (de cualquier lugar, no sólo me refiero a la vida) al haber aprendido la lección por la cual fuimos puestos en ese sitio.

(...) Sólo queda una vela encendida en medio de la tarta y se quiere consumir.
Todas las velas que se dejan prendidas están ahí para iluminar y no son meras casualidades sus presencias en las tortas de cumpleaños. Cuando se celebran aniversarios de la existencia de cada persona, se está haciendo una doble lectura: se le recuerda que al cumpleañero que su vela no se apagará hasta que se quiera consumir (algo que sucede una vez que se aprendió la lección por la cual está vivo) y, asimismo, se le muestra que es necesario que brille hasta el final de sus días. Porque sólo tenemos, cada quien, una única vela encendida por consumir.

viernes, 4 de febrero de 2011

Fallen / Caída

El cielo se inclinó para tomar mi mano / Y llevarme a través del fuego / Prometía ser la respuesta esperada / Para una lucha larga y dolorosa / La verdad es que he tratado lo mejor que pude / Pero en algún lugar en el camino / Me vi envuelta en todo lo que había que ofrecer / Y el costo fue mucho más que lo que podía soportar / Aunque lo he intentado, he caído, me he hundido mucho / Lo arruiné / debería haberlo sabido / así que no vengas por aquí a decirme "te lo dije ..." / Todos comenzamos con buenas intenciones / El amor era carne viva y joven / Creíamos que podíamos cambiarnos a nosotros mismos / El pasado podía ser deshecho / Pero llevamos sobre nuestras espaldas la carga / El tiempo siempre pone de manifiesto / La luz solitaria de la mañana / La herida que no sana / Es el sabor amargo de perder todo que alguna vez he querido / (...) / El cielo se inclinó para tomar mi mano pero ninguna parte se volvió a mí / Estoy perdida a cerca de los que yo creía que eran amigos / y todo el resto que conozco / Oh!, Ellos volvían la cabeza avergonzados, / Hacían de cuenta que no veían / Pero dieron un paso en el camino y no parece que era aquél que los redimía en su actitud.

Sarah MacLaclan no puede expresar de mejor manera lo que suele acaecerle a las personas que sienten que con cada paso que dan, se sienten entre arenas movedizas. En la vida, todos (TECNICAMENTE) procuramos buenos momentos para nosotros y quienes nos rodean y a quienes amamos. Aunque lo cierto es que muchas veces, no nos damos cuenta (porque el dolor psíquico es demasiado grande como para pensar antes de actuar, aún sabiendo lo que puede llegar a suceder a posteriori) de que el cielo que grita ser prometedor, no es más que un holograma. Armamos un plan perfecto sobre cómo pensamos (queremos pensar) que las cosas saldrán, nos equipamos de la mejor manera posible y empezamos a transitar un camino que pensamos conocer como las palmas de nuestras manos. Nos ponemos en camino con las mejores de las pretensiones y con tantos objetivos como nos dé la imaginación creativa personal. Hasta que un día nos hallamos en la mitad de la nada, habiendo sido atacados por un viento que nos dejó no sólo sin brújula, sino también sin mochila de viaje y, peor aún, solos porque quienes hubieron estado alguna vez planificando con nosotros nuestro viaje, se desentendieron a la primera de cambio (o sea, cuando tuvimos que enfrentarnos al primer inconveniente).
Nadie que de verdad SE ame se juega por un otro y mucho menos se apiada del que sufre o está herido. Es de público conocimiento que a la hora de apostar por el dolorido, la única apuesta existente es cuán rápido morirá en el intento de sobrevivir.
Siempre que nos avocamos a algo, encontraremos en el camino que hay piedras. No dudo que sean "positivamente usables" y hasta necesarias, pero no hay que fiarse de alguien ajeno a uno mismo, demasiado. Las expectativas sobre los demás, que uno no tiene en sí mismo, son meros intentos fallidos de auto-proyección y no podremos hallar en un extraño (ni mucho menos exigir de él) algo que en nosotros no vive. A causa de poner tantas expectativas en otros, sin primero comenzar por nosotros, es lo que nos lleva a caernos y hundirnos. Buscamos incesantemente en otros lo que no logramos evidenciar en nosotros y ese tipo de decepciones que experimentamos al no ver una correspondencia, nos termina haciendo comprar lo que otros nos venden bajo conceptos como "amistad" o "cariño" pero resulta ser que no es sino una mentira que, bien en el fondo, propiciamos para hacer de nuestra existencia un padecimiento. ¿Por qué? Porque no nos animamos a ser felices. Y entonces el autoboicot parece ser la forma merecida por disfrutar y ser felices, hasta que nos damos cuenta de que no es ese el mejor modo de vivir.
Lo cierto y penoso es que cada quien propicia su propio hundimiento y sus caídas estrepitosamente dolorosas. Hasta que un día entendemos que si uno no está bien consigo mismo, es mejor dejarse llevar por "sintonía, percepción, frecuencia, conexión" o como sea que quiera denominarlo. Porque sino, se sigue penando por las heridas que no sanan, algo que si nos empeñamos en racionalizar, continúa en pie, como una sombra eterna para nuestro resplandor. Y todos, en su propia limitación, SIEMPRE PRETENDEN BRILLAR!

miércoles, 2 de febrero de 2011

What goes around, comes around / Todo lo que va, vuelve

Vamos yendo y nos mentimos unos a otros, sin pensarlo dos veces / ¿no pensas que nos estamos faltando el respeto entre sí? / de este modo, no podemos continuar / No hay respeto, ni consideraciones / ¿dónde se fue tu conciencia? / Da un paso hacia la dirección correcta o esto no durará mucho más / Todo lo que va, vuelve / Vos tendrás que defender tu suelo / Pero tené cuidado con lo que decís o haces, porque todo lo que va, vuelve / (...) no importa qué camino tomes (...)
La vida nos ha demostrado lo que bien canta Gloria Estefan en esta gráfica canción: que todo vuelve, como un boomerang. A la larga, bien es sabido, que tanto la siembra genera cosecha, el que tira mucho de la piola provoca su ruptura, que las mentiras tienen patas cortas y que uno termina obteniendo lo que brinda. Son todas frases equivalentes que reflejan una misma realidad y sin cambio de ese tipo de vida, las cosas suelen ir de mal en peor hasta que las cosas explotan y se llega a galones de agua que no sólo colman sino que rebalsan el vaso. Que cada uno debe aprender a delimitar su territorio y hacerse respetar es algo indiscutible, pero lo cierto es que hay muchas veces en que nos topamos con gente de poca sensibilidad que sólo se empeña en vendernos buzones utópicos o nos subestima por su falta de confianza en sí misma. La otra consideración a hacer es que esas máquinas de ínfima (por no decir inexistente) humanidad, son el producto de otros aparatos de igual envergadura. Y que hacen pagar a los que vienen a su paso, porque debieron, como si hubiera sido una bajada de línea "legal" (aunque ilegítima) -una profecía anunciada lo que debieron atravesar, la razón por la cual debe ser, ese otro, alguien sufriente, compensador del dolor ajeno. Sin embargo, no hay ninguna felicidad (salvo un goce loco y altamente patológico) en eso. Y para el colmo de males, se suele sentir un horrible vacío por haberse creído un todopoderoso y sabelotodo ante los demás, algo que cae de maduro que no es más que mera imaginación de quien se concibe como tal.
Lo único que de verdad importa es que cuando uno da lo mejor, encuentra respuestas de las mejores. Nunca serán la mayoría de las respuestas, pero la cantidad no hace a la calidad y sabemos que poco pero bueno es mejor que mucho pero malo.
Lo que no debemos perder de vista es que todos obtienen una dosis de su propia medicina y que la serpiente puede morderse a sí misma, en la ambición de llegar lejos en detrimento de los demás. De cualquier modo, que el boomerang regresa al lugar de origen y trae consigo todo lo que se pudo haber llevado con su ímpetu inicial, es lo único que hay de seguro.
Todo vuelve: es ley! Así que hay que tener mucho cuidado con lo que decidimos hacer y mucho más si tenemos conciencia de que puede afectar a un tercero. Pues el tercero, dentro de un par de años, podemos ser nosotros...

martes, 1 de febrero de 2011

Sorry for love / Arrepentida de amar

(...) no me arrepiento de amar, ni me arrepiento de haberte acariciado / ni por la forma en que hice que tus manos temblaran y mi corazón se acelerara / Lo volvería a hacer, no tiraría atrás ni uno de mis actos / porque contigo he vivido miles de vidas en una sola / Y es por eso que no podría nunca estar arrepentida de amar (...) todos cometemos errores, no importa cuánto nos esforcemos / pero los corazones se quiebran únicamente, cuando el arrepentimiento de haber amado llega...

Los seres humanos solemos no atrevernos a
sentir sensaciones profundas como son compenetrarnos con nuestros objetivos, salir a defender con uñas y dientes nuestras convicciones y hasta amar o enamorarnos. Y todo porque tememos el fracaso: no soportamos siquiera concebir la idea de que podemos llegar a fallar cuando estemos en camino a realizar nuestros "soñados anhelos". Tememos no alcanzar nunca las metas que nos proponemos, ser derrotados por otro "más fuerte" que nosotros cuando tenemos que contraatacar a quienes sólo se dedican a tirar abajo nuestros planes y realizaciones personales, y ni que hablar de jugarnos todo nuestro ser a la hora de amar. Tendemos a petrificarnos cuando surge en nosotros la idea de que un sentimiento de amor hacia otra persona, nos está tocando la puerta del corazón (o alguna vez lo hizo) y entonces solemos arrepentirnos por amar o haberlo hecho.
La realidad es que no hay dolor más grande para el alma que tener la sensación de que el haber amado a una persona o de hecho, amarla, (mejor ni menciono el estar enamorado, porque cuesta muchísimo atreverse a decir que uno está enamorado y mucho más duro es mantener en el tiempo esta aseveración, cuando el otro no hace más que no hacerse cargo de que puede ser amado - es digno de ser amado). Arrepentirse es una forma de encubrir un despecho por no haber sido capaces de aceptar la humilde grandeza en la que nos sumergimos al aceptar que amamos. Lamentarse por hacer cosas que demuestran al otro ser cuánto lo amamos, no hace más que empobrecernos el alma: porque, al fin y al cabo, comenzamos a dejar de actuar como sentimos y dejamos de dar caricias, abrazos, hacer temblar las manos del otro (como dice Celine) y, lo que es más penoso, no nos permitimos hacer que nuestro corazón sea el que se agite (o como dicen en norteamérica, nuestra panza tenga mariposas) gracias a lo que sentimos.
Si por cada cosa que hacemos, vamos a arrepentirnos, estamos condenados a la infelicidad. Y mucho más si ataña a los gestos de cariño que podemos efectuar al otro. Estar para el otro, regalarle una sonrisa, tomarlo de la mano o apretarle la mejilla cuando lo saludamos, implican un acercamiento del que habría que enorgullecerse, no arrepentirse. Habría que sentirse avergonzado si no somos fieles a nuestros ímpetus demostrativos y nos reprimimos (por temor al fracaso o al dolor psíquico) ante los impulsos internos evidenciadores de amor.
No hay que intentar tirar abajo ninguno de los momentos o acciones que realizamos para con el otro. Hay que sentirse feliz por habernos atrevido y hasta permitido sentir eso y haber disfrutado del gesto ejecutado.
Y aún pensando que nos equivocamos, que podemos llegar a cometer errores que le duelan al otro, hay que tener bien presente que el peor de los dolores que le haríamos sentir tanto a un otro como a nuestro mismo corazón, es arrepentirnos de haber sentido (o sentir) amor y no hacernos cargo de lo que sentimos.