lunes, 6 de septiembre de 2010

El poder del adiós / The power of Goodbye

Tu corazón no está abierto así que debo marcharme  
El conjuro se ha roto, yo te quería mucho  
La libertad llega cuando aprendes a dejar ir, 
La creación llega cuando aprendes a decir no  
Tu fuiste la lección que yo tenía que aprender  
Yo fui tu fortaleza que tu tenías que arrasar  
El dolor es una advertencia de que algo va mal  
Rezo a Dios para que no dure mucho  
¿Quieres subir aún más alto?
No queda nada que intentar  
No queda sitio en el que ocultarse  
No hay mayor poder  
Que el poder del adiós.
Muchas veces nos preguntamos si no es mejor decir "Adiós", pero de una forma 
no violenta: sin azotar la puerta, sino dando un abrazo que marque el 
agradecimiento al otro por haber atravesado nuestra existencia. 
Nos duele pensar en despedirnos de una persona que nos marcó y que entró a 
nuestras vidas en determinada ocasión. Que nos enseñó una nueva visión 
de la vida que teníamos hasta el momento. Que compartió tanto abrazos y 
besos con nosotros... risas, llantos, sueños, deseos...
Y aún así, hay algo que, entre muchas lágrimas propias de una despedida, 
nos suena desde adentro como algo que se terminó. Que ya no da para más 
continuar al lado de ese ser que alguna vez nos cambió la forma de ver la 
realidad.  Hay momentos en la vida de cada persona en que se siente que no 
hay cosas que se puedan hacer para "salvar" una relación. Es decir, se tiene la 
seguridad amarga de que no hay nada más que intentar. De que cualquiera 
sea el cambio o variación que se trate de efectuar, no va a ser más que un 
dilatador de lo inminente.
Además, lo que esto genera es un creciente doble sentimiento: por un lado, 
está el crecimiento de la esperanza por que algo no se termine; y por el otro, 
la consecuente apuesta energética (a nivel mental) por la relación lo cual hace 
a un mayor sufrimiento de ambas partes cuando todo llega a su fin. 
Tal como dice Madonna en la canción, es necesario dejar ir para hallar la 
libertad. Si no dejamos atrás los fantasmas del pasado, si seguimos pensando 
en que podremos revivir muertos que ya son polvo y hacer que estén 
nuevamente con nosotros, no hacemos más que quedarnos anclados al ayer 
y no vivimos el hoy. No importa cuánto nos empecinemos en volver al minuto 
anterior; no hay modo de hacerlo. Hay que aprender a decirle adiós al pasado 
y mirar hacia adelante, o, al menos, al presente: al hoy y al ahora.
Es una tarea difícil abrir nuestros brazos y decirle a quien amamos: "te dejo ir, 
y me permito irme. Así que Adiós". Pero muchas veces es un "mal necesario" y 
evita que nos enterremos en una utopía que nos promete poder volver el tiempo 
atrás y modificar lo que hicimos.
Por último, y haciendo una analogía con las materias de colegio y sus 
contenidos, no hay lección que dure demasiado tiempo. Las lecciones 
extremadamente largas hacen que se pierda el interés en el tópico y que 
querramos salir corriendo del aula para tomar aire y liberarnos del encierro 
que nos ata a la misma. Si las lecciones no se aprenden de una (algo que muy 
pocas veces sucede), hay siempre una forma diferente de la misma lección 
disfrazada y que nos está esperando a la vuelta de la esquina.
Ahora es nuestra palabra la que deberá ser emitida para dejar de sufrir un 
pasado que ya se terminó. Libro a la decisión de uds. el final que le quieren 
dar a esta historia, tal como el video de esta canción deja una forma libre para 
interpretar el flotar de los zapatos de Madonna en la espuma marina.

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