domingo, 12 de septiembre de 2010

Me he cansado de esperar -ESDM

Tiempo eso es algo que no tengo; no lo vuelvas a intentar, ahora es tarde y me he cansado de esperar (...) ya no volveré a creerme tus mentiras, ya no volveré a ser tu segunda opción (...) y no te ayudará llorar, no me pidas otra oportunidad; que ya no me quedan más (...) no sé si está bien o mal, pero siento que llegó la hora de escapar; no sé ni en qué dirección, pero no importa, porque me he cansado de esperar...

Está en cada uno de nosotros ponerle fin a las situaciones que nos dañan. No se puede vivir bajo el mismo techo que el sicario que ha sido contratado para que nos mate, en especial si está entrenado para hacernos doler el corazón y la psique.
Muchas veces nos preguntamos cuándo es hora de tirar al suelo todas las fichas de ajedrez, pararnos e irnos. Esperamos por días, semanas y hasta meses terminar con lo que nos lastima y pasamos al lado del dolor más tiempo que el que deberíamos. Pensamos que nunca es el momento adecuado para movernos de donde estamos y tomar la decisión de decir "hasta acá llegó mi amor".
Sin embargo, no tomamos en cuenta lo que nos está costando seguir en ese lugar de toxicidad. Es decir, nos estamos acostumbrando al sufrimiento y eso no está nada bien. Estamos enquistándonos en algo que pensamos que merecemos pasar, para aprender algo de esa situación. Y no es así. Quizás debamos superar un instante tormentoso y la vida nos presenta personas que nos pueden ayudar a instruirnos en la materia; pero también puede llegar a acaecer que no sea el momento adecuado para enfrentarnos a esa situación. No es necesario, empero, que salgamos corriendo de donde estamos de forma abrupta. Dejaríamos a todos perplejos por nuestra reacción. Y la mejor manera de ir desprendiéndonos de lo que nos hace daño es la expresión inmediata de lo que pensamos, opinamos, sentimos y pasa por nuestras mentes. Es necesario que digamos, en pos de nuestro bienestar, "me he cansado de esperar", aunque sabemos a ciencia cierta lo duro que es mantenerse en esa postura. Sin embargo, por más difícil que se nos presente el enfrentamiento de una separación del quiste que nos provoca dolor, debemos pensar que agarrados a él, perdemos individualidad y autonomía y, a la larga, terminamos siendo la extensión de esa protuberancia (en este caso) maligna. Obviamente algo que pasará a la hora de tomar la iniciativa de cortar con un vínculo destructivo, es que el otro partícipe de la relación intentará por todos los medios habidos y por haber, evitar que el desprendimiento suceda y por lo general usará todas las armas de manipulación que sabe que nos pueden doblegar y hacer que abortemos la misión. Por eso es que hay que estar sumamente atentos a este mecanismo de defensa del agresor: no va a querer, bajo ningún concepto, perder el lugar de manipulador y por ende "del superior" (jerárquicamente hablando) en el vínculo.
Finalmente vale aclarar que ante una disociación de la relación tóxica con otro no siempre parece tan claramente "que esté bien" y a veces nos da que pensar si no seremos nosotros los equivocados. Pues no. En el momento en que uno se halla a sí mismo ejecutando acciones y éstas no responden a sus convicciones, es que llegó la hora de escapar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario