martes, 5 de octubre de 2010

October and April / Octubre y Abril

Me voy a quedar con una frase fundamental de dicha canción de The Rasmus con Lena Katina, para poder desarrollar mi artículo del día de hoy.
"Este amor fatal fue como veneno desde el comienzo".
Para quienes no tenemos idea de qué se tratan los vínculos que procuran el bienestar de las dos partes, las elecciones de un otro suelen converger en el mismo y doloroso final: un amor fatal (preferiría utilizar una relación fatal). Muchas veces nos damos cuenta desde el principio que las cosas no son lo que mejor pueden llegar a ser. Pero no queremos abandonar ese veneno porque sentimos que nos mantiene "vivos" de alguna manera. Y para ello damos mil oportunidades, llevamos a límites impensados nuestra paciencia -la cual se genera en detrimento de nuestro amor y respeto propios-, argumentando que "es un mal necesario" para aprender de la vida. Sin embargo, no hay justificativo más errado: lo que nos hace mal no es necesario y mucho menos para aprender. Uno aprende de lo que le da plenitud y felicidad. Como seres humanos con pulsiones de vida y conservación de la misma, tendemos a aprehender lo que nos llena y nos da placer. No hay forma de que internalicemos malos hábitos bajo el concepto de que nos hacen bien por ser un "mal necesario". Si vivimos bajo esa filosofía, realmente estamos en problemas.
Lo peor de todo eso es que, de tanto justificar lo que nos hace mal, perdemos la capacidad de hablar y exponer nuestros dolores y, por ende, contribuimos a socavar nuestra autoestima. Decir las cosas (no necesariamente de modo violento) nos libera y hace que el veneno al que estamos acostumbrados, pueda ser trocado por una poción de vida y felicidad y lo fatal quede rezagado. Debemos aprender a decir las cosas que nos duelen, nos molestan, nos dan una sensación amarga de que el otro está jugando con nosotros. Y si, ante dicho planteo, nos topamos con una respuesta como: "La verdad, que sí es cierto: no me importás", es más que evidente que nos debemos correr del lado de ese personaje siniestro que sólo quiere dañarnos.
Es menester darnos cuenta de que no podemos continuar pensando, desde un Abril actual, en un Octubre próximo ni desde un Octubre llegado, pensar que la paciencia encontrará su plena correspondencia en el siguiente Abril. A veces la correspondencia no llega nunca.

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