viernes, 5 de noviembre de 2010

Push / Empujas

Me empujas para ir una milla extra / Me empujas cuando sea difícil sonreír / Me empujas a una versión mejor de mi / Me empujas, sólo tú y nadie más / Me empujas para ver otro el punto de vista / Me empujas cuando pienso que no hay nada más que hacer / Me empujas cuando creo que lo sé todo / Me empujas cuando tropiezo y caigo / Continúa empujándome, como nadie / Cada cosa que gano / Cada humor que tengo / Todo lo que hago / Lo debo todo a tu confianza en mí* / Cada movimiento que hago / Cada Paso que doy / Mucho de lo que sé / Es debido a que me empujas / Me empujas cuando no valoro / Me empujas a no mentir y no odiar / Me empujas cuando quiero que todo termine / Me empujas cuando realmente necesito a alguien / Me presionas cuando todo lo que quiero hacer es llorar / Me empujas cuando es dificil para mi intentar / Me empujas cuando me "corto sola" haciendo las cosas / Me empujas sólo tú y nadie más (...)

Antes de comenzar a desentrañar la letra de Madonna, debo poner de manifiesto mi creencia sobre la concepción que tengo de la exigencia. Sostengo arraigadamente que lo que se exige que una persona haga (no me voy a meter en el terreno de las formas Pragmáticas de la enunciación y sus consecuencias psíquicas, porque no es mi objetivo ahora) es algo que se sabe, a priori, porque así antes fue demostrado, que esa persona exigida es absolutamente capaz de efectuar lo que se le requirió. Por ejemplo, y ahora sí apelando al texto de la canción, muchas veces, los seres humanos necesitamos un incentivo externo que nos sirva de motor para continuar (y hasta iniciarse) en la carrera (entendiéndola a ésta como el camino personal). Esto nos pasa porque, como seres humanos no somos nada parecido a lo perfecto, y hartas veces, tenemos el motor interno (esto es, la autoestima) un poco gastado, deteriorado y algo agotado, producto de la vida cotidiana y la vorágine en la que estamos metidos como mundo.
Por eso es que es tan importante para uno que haya alguien en su vida (todos tenemos a alguien) que lo esté empujando para continuar, salir adelante de las situaciones malas / dolorosas / en las que nos enquistamos, mejorar, valorarnos más allá del discurso y la mirada externos. Ya que esas personas son quienes deben tener un doble reconocimiento: son los que efectúan una exigencia (moral, en el fondo) de compromiso de nuestra parte y, además, lo hacen porque nos quieren ver bien.
Muchas personas podrán no darse cuenta de que los demás ponen límites porque justamente quieren que no nos descarrilemos y acabemos con todo lo que construimos hasta el momento. Sin embargo, todos sabemos que los "puntos sobre las íes" son más que necesarias para la formación de un individuo (¿civilizado?) que será una persona con todas las letras, si es que se ajusta a no sobrepasar la periferia de lo que debería hacer.
Si constantemente sometemos ese tipo de vínculos a presiones extremas, en las que estamos jugando al borde de modo incesante, es probable que en algún momento la soga se corte. No necesariamente porque el otro se harte de ese juego (dado que muchas veces esa persona está hasta profesionalmente capacitada para darse cuenta cuándo realmente se está sobrepasando una delgada línea hacia el riesgo absoluto y ahí sí sería el caso de que el otro decida, al menos, tomar medidas de prevención para que quien está jugando con fuego, no se queme), sino porque puede acaecerle al individuo que se extralimita, que se le corte la soga y por ende, como una relación se hace de a dos, no hay más vínculo, porque el jugador desapareció.
En síntesis, es de una gran trascendencia, para la parte que "nos empuja" que sepa cuánto nos está ayudando. Por dos motivos: primero porque refuerza su autoestima (en tanto estamos valorando lo que hace por nosotros) y segundo porque nos hace más sensibles al agradecimiento, algo que como seres humanos tenemos bastante guardados por preconceptualizarlo como algo de poca relevancia... Pero ojo! Para el otro, lejos de ser poco significativo, es un gran incentivo para seguir ayudándonos y sentirse de lo mejor cuando se ven resultados en aquel al que da una mano (¡Y qué mano!).

No hay comentarios:

Publicar un comentario