lunes, 8 de noviembre de 2010

Today the sun's on us / Hoy el sol está sobre nosotros


Puedo ver que estás en algún lugar lejano / atrapado en otro lugar / donde nada está yendo bien / No deberías preocuparte por lo que podría llegar a suceder como peor / Cuando estás a mi lado / no busques tiempos problemáticos / ahora, cuando todo está bien / Necesitas enfrentar lo malo para ver lo bueno / y eso es lo que haces / pero no dejes que la sombra arruine la vista bella / de lo que te rodea / No hay lluvia, no hay tormenta / aún cuando el cielo celeste te hace dudar / no temas lo que vendrá / Y ahora mismo estamos bajo el sol / Seguramente, las estaciones cambian / pero no pierdas el día de hoy / Porque hoy el sol está sobre nosotros / Sos tan agitado / debajo de la superficie / no pienses que no lo noto / es algo que no puedes ocultar / cuando estás luchando en contra de la marea (...)

Esta canción habla de muchas cosas importantes que bien reúne, bajo el mismo título, los diversos pero no opuestos conceptos que todos vivimos a diario.
Iré abordando uno a uno, empezando por considerar que suele sucedernos que intentamos adelantarnos a las situaciones, hacemos lo que desde la Psicología se denomina "profecías anunciadas" -las cuales, desde dicho campo, ya son portadoras de una connotación negativa, porque implican hacernos videntes de hechos malos que, sin remedio, estamos esperando que nos ocurran y a los cuales nos auto-condenamos- y dejamos de lado el presente. No me meteré, ahora, en lo que respecta a vivir el hoy y dejar al futuro, sólo ser. Mi propósito, en este momento, es concentrarme en las consecuencias psíquicas y hasta físicas que traen aparejadas las ya denominadas "profecías anunciadas". Porque cuando uno está constantemente tratando de adelantarse a los acontecimientos, desperdicia mucha de la energía que nuestra mente nos provee para sólo un mísero momento. Quiero decir, una ínfima parte de la cantidad energética que poseemos, es la que ponemos en práctica. Luego, si sabemos que fisiológicamente así estamos preparados (para generar el menor gasto posible de energía), y consideramos que la mente (en tanto entidad física como intelectual) consume la mayor parte de dicha pequeña porción de esa energía aprovechable, ¿para qué hemos de desperdiciarla pensando en lo que puede llegar a sucedernos en un futuro incierto? O sea, es importantísimo pensar a futuro, pero no hacerlo condenándonos a que ese porvenir será malo y, mucho menos, vale la pena predeterminarlo como peor que el presente. Porque de ese modo, es que nuestra cabeza empieza a dar rienda suelta a la locura de las conjeturas e hipótesis negras, y no sólo estamos perdiendo el tiempo con cosas que ni sabemos si sucederán o no, sino que también, esa pérdida es triple: no sólo es de tiempo, sino también de energía y autoestima. Enfrentar lo malo, es bueno siempre que se aprenda de lo primero para sacar provecho en pos de aprendizajes. Sin embargo, es un grave problema enquistarnos en lo malo, llegando a límites neuróticos de opacar las (otras -entre paréntesis porque a veces ni siquiera evidenciamos al menos una de ellas) vistas que ese acontecimiento negativo nos deja. ¡Ni qué hablar de lo que tenemos alrededor nuestro! Puede llegar a ser motivación movilizadora para nuestras mejoras pero ni siquiera las consideramos porque tenemos la mente puesta en el "problema".
Lo peor es cuando sucede que realmente no hay lluvia ni tormenta ni nada... nada más que un brillante sol que nos está iluminando; que nos está demostrando que nacimos para ser iluminados e iluminar a otros, para dar LO MEJOR DE NOSOTROS (para NO ACHANTARNOS, si quisiera utilizar términos antes publicados por mí en este blog). Ya que el peor dolor llega a nosotros cuando nos damos cuenta de que todo lo que considerábamos "problemático" en realidad no existe ni nunca existió: sólo fue producto de los trucos que nos juega la mente. Si nos sentimos con temores de enfrentar la vida, habrá que empezar por aceptar que Ésa es nuestra dificultad, e, inmediatamente, preguntarnos qué es lo que queremos: seguir sin vivir, por temor al fracaso (que tiene tanto de posible como de imposible: 50 y 50) o comenzar a vivir como merecemos, siendo personas que puedan desarrollar sus capacidades de resiliencia a cada paso mal dado.
Para terminar, quisiera dejar como pregunta personal si es que somos conscientes del sol que nos está dando luz constantemente, iluminándonos el camino que deberíamos seguir para ser felices. Es muy importante que sepamos hacia dónde estamos yendo y no tanto, de qué estamos huyendo. Porque este último camino no necesariamente nos conduce al "no dolor". A veces, puede que parezca que nos está haciendo las cosas un poco "más fáciles" (que las que la vida nos promete), pero, ¿será que es realmente un camino correcto para recorrer? Y, en última instancia, ¿será que es realmente un camino para recorrer?

No hay comentarios:

Publicar un comentario