sábado, 25 de diciembre de 2010

Secret / Secreto

'La felicidad yace en tus propias manos'.

Es así como Madonna anuncia en la mencionada canción, nuestra capacidad de decidir en función a lo que concebimos como felicidad.
Nuestro bienestar depende de nosotros mismos y en varias obras de la literatura mundial ha sido, es y seguirá siendo uno de los temas más recurrentes a debatir. Ni que hablar de los escritos sobre Psicología, pero no es sobre los que ahora hablaré. Recordemos un poco lo que, en sus cartas enviadas a su adorado amigo Guillermo, Werther -una de las mejores creaciones de J.W. Goethe- nos hace reflexionar al igual que Madonna: está en cada uno propiciarse la felicidad. Todos sabemos que cada vez que optamos por algo, decimos ciertas palabras, escribimos algo, estamos eligiendo manifestarnos en pos de lo que internamente nos está moviendo a expresarnos para que, de esa forma, podamos evidenciar nuestras ideologías, opiniones y gustos, lo cual nos constituye como personas que persiguen su propia felicidad. Es decir: lo que digamos, no sólo va a dar un mensaje directo, sino también enviará "de refilón" un metamensaje, en el cual mostramos qué cosas pensamos como positivas y cuáles como negativas y así, desterrando estas últimas (condenándolas desde nuestros discursos) por medio de la palabra, y enalteciendo las primeras, estamos transmitiendo qué es lo que concebimos como felicidad, que es todo lo que consideramos como buenas.
Podríamos imaginarnos como autores (escritores, ¿por qué no?) de nuestros propios libros de días. Cada quien es redactor, productor, guionista y hasta actor de la obra que escribe para sí mismo. Toda palabra que emerja de nuestras manos artísticas, será tanto condicionante como perseguidora de lo que vivamos luego. Nuestras "manos" poseen esa capacidad potencial tanto de guardar como de expresar lo que nos hace felices.
Ahora bien: el secreto radica muchas veces en saber descifrar lo que tenemos en nuestras manos y saber que es en ellas donde vamos a encontrar las respuestas de lo que para nosotros (cada uno tendrá la suya, muchas de las cuales serán grosamente compartidas y otras -la mayoría- serán propias de cada persona dada la inexistencia de identidades gemelas) es sinónimo de bienestar, alegría, plenitud. Claro está que si sólo nos limitamos a seguir la ley de lo que los demás nos dictan, estamos permitiendo que otros escriban nuestra obra de teatro personal que es nuestra Vida. Sin embargo, en el momento en que decidimos hacer un ensayo en base a lo que sentimos, somos dueños de esos escritos y, si bien también somos responsables por lo que escribimos para nosotros, también habrá que considerar que toda la vida es mejor equivocarse habiendo tomado nosotros mismos una decisión que provocó ese error, que penar por causa de un tercero a quien le hemos permitido escribir por nosotros nuestra historia.

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