sábado, 8 de enero de 2011

Snow day / Día de nieve

(...) ¿Cuándo llegarás a mis huesos? / ¿Dónde puedo encontrar esa piedra de los deseos / las cuentas, los registros / todas las llamadas y los tragos?
Es una sensación de hundimiento, / que me tira a través del asiento de las sillas / ¿Cuándo vendrás a rescatarme, / encontrarás consuelo y me llevarás allí?
Me dirás: "no estás demasiado cansada para esta vida, / y no importará si te caes dos veces".

Hay días en que todo nos parece muy difícil. Cada momento que atravesamos, sentimos un mayor sentimiento de pesadumbrez y nos resulta más traumático y hasta inalcanzable salir de esa falta de fuerzas internas en las que sentimos que nos estamos hundiendo con cada movimiento, como si estuviéramos deslizándonos en arenas movedizas.
Y por más que "las cuentas, los registros, las evidencias" estén ante nuestros ojos, no podemos verlas. Entonces pretendemos que los otros lleguen "a nuestros huesos" adivinando lo que nos está pasando. Con cada cara de molestia, con malos tratos hacia el resto, nos pensamos que el derredor entenderá nuestro malestar y así nos proveerá de una solución porque, de cierta forma, estamos esperando con ansias, piedad de su parte.
Sin embargo, no nos damos cuenta de que la mayoría de las veces, ese otro también está inmerso en su propio malestar y que, por otro lado, cuando llegamos a un estadio de tal hundimiento psíquico, es porque nuestros niveles de autoexigencia son altísimos. No podemos detenernos un minuto para respirar el aire que nos rodea porque estamos demasiado ocupados con satisfacer las propias necesidades de autoaprobación que proyectamos en los demás. Y empezamos a culpar a tal o cual persona porque nos "hace la vida imposible". Y, la realidad es que somos nosotros quienes hacemos de nuestras existencias, un hundimiento, si es que así lo deseamos.
Afortunadamente, siempre contamos con quienes nos recuerdan que debemos ser fuertes y que ante las caídas múltiples, desarrollamos un sentido de fortaleza interna que contribuye a nuestra experiencia personal. Nunca estamos demasiado cansados para continuar viviendo y mucho menos, estamos agobiados y bapuleados por la vida como para que, ante una nueva equivocación seamos tan tontos como para abandonar la lucha que construimos hasta el momento.
Lo importante al instante de tropezar con una piedra no es quedarse penando por haber caído, sino levantarse, para lo cual debemos recordar que nunca es DEMASIADO tarde ni cansador seguir peleándola y que nos caeremos 1, 2, 3 o tantas veces como necesitemos hasta que logremos entender cómo se hacen las cosas en realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario