martes, 13 de septiembre de 2011

Never forget You / Nunca te olvidaré

"Dijimos que éramos una para la otra; que éramos el destino de cada cual; y ahora hemos borrado todo; quizás sea demasiado tarde, ahora es tiempo de que lo podamos entender / Nunca te olvidaré, pero me iré; siempre te respetaré y la vida continúa; nunca te olvidaré, nunca te olvidaré / Me aferraré a la memoria; ahora que Tú y Yo somos historia; y el porqué, nunca lo sabremos; a veces dejas ir algo que tenías muy dentro del alma; / (...) / Nuestros momentos juntos, los mantendré conmigo siempre, pero nuestras almas deben rendirse".

Lena Katina no puede expresar mejor la idea de finalización de una relación muy cercana pero tóxica y tan patológica, que, aún cuando genera dolor, provoca la liberación de ambos sujetos partícipes de la misma. En el video clip, Lena aparece como una tercer persona (sujeto), que se encuentra ante dos ataúdes en el que se encuentran los "objetos" de una locura de a dos (foliè a deux) que despersonaliza de tal forma a ambas partes, que, al intentar separarse, ninguna "logra sobrevivir", porque las tenía atadas / aferradas una simbiosis implícita jamás dicha pero impuesta cual oráculo griego (también llamado, desde la Psicología, "profecía anunciada"). Lo que esta canción refleja desde aspectos casi subliminalmente expuestos, es que en una relación entre sujetos que no se ven como tal -sino como meras "partes inanimadas"- de un vínculo, nace y de hecho va creciendo (al mismo ritmo con el que se diseminan las células cancerígenas en el cuerpo del enfermo) una codependencia que se torna en un preconcepto equívoco a nivel mental y es el hecho de pensar que cualquier forma de ser uno mismo, implica una traición a la otra partícula constituyente del dúo "dinamita" (con esto quiero decir, "potencialmente explosivo"; que en cualquier momento puede estallar). Ante esa posible falta de lealtad, cualquiera de los dos 'sujetos' deseantes de una vida propia, distinguida y diferenciada de la del otro, es reprimida de manera consciente o inconsciente, y es así como se va constituyendo una personalidad que socava mucho (si no del todo) la verdadera forma de ser del sujeto, provocando una mayor predisposición a la dependencia y sometimiento emocional para con el otro. Se tiende a pensar que se es muy y hasta demasiado egoísta al pensar en uno mismo y el amarse y respetarse el propio deseo, llega a ser concebido como una reacción errónea y destructora del vínculo en el que encontramos identidad ¡Grave Error! Si no existe siquiera la discriminación del propio deseo, entonces sí nos topamos con una personalidad "border", ya que el sujeto se encuentra tan apresado del otro ser, que comienza a jugar con el borde, con los límites, con fuego, porque siente que la soga nunca se cortará. Suele extrapolarse el tipo de vínculo 'inquebrantable' que se estableció con un otro, al resto de la vida, pero en el interín, se olvida que el estado de salud (tanto física como mental) no son eternamente reversibles y controlables. Por esta razón, y como en toda simbiosis, siempre se encuentran a un 'sujeto' que ejerce una aparente fuerza de presión psíquica sobre un segundo 'sujeto' muy acostumbrado al debilitamiento mental -desde el exterior-, quien, ante poder ver una mínima posibilidad de liberación, intentará escapar COMO SEA (a veces sanamente y a veces no) de ese sitio donde está siendo coaccionado. Ya lo decía Platón en "La alegoría de las cavernas" que cuando se ha visto la luz, uno no vuelve a ser el mismo, porque fue testigo de algo maravilloso que hasta el momento desconocía. Análogamente, en la psique del "sometido" (que a veces juega de "sometedor", porque el "amo" le da ratos de distracción al "esclavo" para que piense que tiene cierta cuota de control y se piense más que el primero todopoderoso), encontramos que cuando puede ser observador de una realidad variable y más libre que estando en el lugar de eterno deudor, intentará inexorablemente de salirse de donde está aprisionado, para poder alcanzar esa luz que le hizo repensar que quizás, pueda ser él el dueño de su propia vida y el selector del modo en que DESEA vivir dicha vida.
Por eso es que para evitar olvidar al otro, primero debemos acordarnos / nunca olvidarnos de Nosotros mismos. De otra forma, todo lo que hagamos para la mera satisfacción de un tercero, será sinónimo de vacío existencial y tenderemos a caer en una depresión de la cual no será nada fácil salir.
Y por cierto, ¿existe mayor traición que el serse infiel a sí mismo en pos de nunca olvidar al otro? ¿o será acaso que la fidelidad consiste en recordar al otro como ser diferente de uno mismo y por ende no traicionar a quien se es?

No hay comentarios:

Publicar un comentario