viernes, 4 de febrero de 2011

Fallen / Caída

El cielo se inclinó para tomar mi mano / Y llevarme a través del fuego / Prometía ser la respuesta esperada / Para una lucha larga y dolorosa / La verdad es que he tratado lo mejor que pude / Pero en algún lugar en el camino / Me vi envuelta en todo lo que había que ofrecer / Y el costo fue mucho más que lo que podía soportar / Aunque lo he intentado, he caído, me he hundido mucho / Lo arruiné / debería haberlo sabido / así que no vengas por aquí a decirme "te lo dije ..." / Todos comenzamos con buenas intenciones / El amor era carne viva y joven / Creíamos que podíamos cambiarnos a nosotros mismos / El pasado podía ser deshecho / Pero llevamos sobre nuestras espaldas la carga / El tiempo siempre pone de manifiesto / La luz solitaria de la mañana / La herida que no sana / Es el sabor amargo de perder todo que alguna vez he querido / (...) / El cielo se inclinó para tomar mi mano pero ninguna parte se volvió a mí / Estoy perdida a cerca de los que yo creía que eran amigos / y todo el resto que conozco / Oh!, Ellos volvían la cabeza avergonzados, / Hacían de cuenta que no veían / Pero dieron un paso en el camino y no parece que era aquél que los redimía en su actitud.

Sarah MacLaclan no puede expresar de mejor manera lo que suele acaecerle a las personas que sienten que con cada paso que dan, se sienten entre arenas movedizas. En la vida, todos (TECNICAMENTE) procuramos buenos momentos para nosotros y quienes nos rodean y a quienes amamos. Aunque lo cierto es que muchas veces, no nos damos cuenta (porque el dolor psíquico es demasiado grande como para pensar antes de actuar, aún sabiendo lo que puede llegar a suceder a posteriori) de que el cielo que grita ser prometedor, no es más que un holograma. Armamos un plan perfecto sobre cómo pensamos (queremos pensar) que las cosas saldrán, nos equipamos de la mejor manera posible y empezamos a transitar un camino que pensamos conocer como las palmas de nuestras manos. Nos ponemos en camino con las mejores de las pretensiones y con tantos objetivos como nos dé la imaginación creativa personal. Hasta que un día nos hallamos en la mitad de la nada, habiendo sido atacados por un viento que nos dejó no sólo sin brújula, sino también sin mochila de viaje y, peor aún, solos porque quienes hubieron estado alguna vez planificando con nosotros nuestro viaje, se desentendieron a la primera de cambio (o sea, cuando tuvimos que enfrentarnos al primer inconveniente).
Nadie que de verdad SE ame se juega por un otro y mucho menos se apiada del que sufre o está herido. Es de público conocimiento que a la hora de apostar por el dolorido, la única apuesta existente es cuán rápido morirá en el intento de sobrevivir.
Siempre que nos avocamos a algo, encontraremos en el camino que hay piedras. No dudo que sean "positivamente usables" y hasta necesarias, pero no hay que fiarse de alguien ajeno a uno mismo, demasiado. Las expectativas sobre los demás, que uno no tiene en sí mismo, son meros intentos fallidos de auto-proyección y no podremos hallar en un extraño (ni mucho menos exigir de él) algo que en nosotros no vive. A causa de poner tantas expectativas en otros, sin primero comenzar por nosotros, es lo que nos lleva a caernos y hundirnos. Buscamos incesantemente en otros lo que no logramos evidenciar en nosotros y ese tipo de decepciones que experimentamos al no ver una correspondencia, nos termina haciendo comprar lo que otros nos venden bajo conceptos como "amistad" o "cariño" pero resulta ser que no es sino una mentira que, bien en el fondo, propiciamos para hacer de nuestra existencia un padecimiento. ¿Por qué? Porque no nos animamos a ser felices. Y entonces el autoboicot parece ser la forma merecida por disfrutar y ser felices, hasta que nos damos cuenta de que no es ese el mejor modo de vivir.
Lo cierto y penoso es que cada quien propicia su propio hundimiento y sus caídas estrepitosamente dolorosas. Hasta que un día entendemos que si uno no está bien consigo mismo, es mejor dejarse llevar por "sintonía, percepción, frecuencia, conexión" o como sea que quiera denominarlo. Porque sino, se sigue penando por las heridas que no sanan, algo que si nos empeñamos en racionalizar, continúa en pie, como una sombra eterna para nuestro resplandor. Y todos, en su propia limitación, SIEMPRE PRETENDEN BRILLAR!

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