martes, 25 de enero de 2011

Right in front of you / Justo en frente de vos

La vida, puede torcer tu corazón / Ponerte en la oscuridad / Yo tenía frío y estaba sola /
La duda, te puede encerrar / construir paredes a tu alrededor / si dejas que te controle el miedo / Cuando lo dejé ir / no sabía dónde estaría la respuesta / Justo en frente de ti / Justo en frente de mí / Estábamos buscando pero de alguna manera no podíamos ver / que el amor siempre estuvo ahí / Ha estado a nuestro alrededor / debía caerme para ver que estabas en frente de mí /
La fe, te puede levantar / y tuvimos suficiente / como para llegar a un nuevo comienzo /
El amor, es capaz de soportar tormentas / y en la hora final / Vamos a encontrar la alegría de vivir / No lo dejes ir / Porque yo sé que / Muy pronto lo podrás ver / (...) Tú eres mi mañana / hay seguridad en tus brazos / Cuando vos vayas yo te voy a seguir / Porque tú eres del mundo a donde pertenezco / (...) Finalmente veo ... sí / que tenía que caer para ver por fin / que estabas justo en frente de mí

Celine Dion es una estupenda transmisora de sentimientos a través de los matices de su voz. En esta canción no hace una menor performance y junto con la letra, nos hace reflexionar en algo muy común que suele acaecernos en nuestras vidas: perder de vista lo que tenemos ante nuestros ojos. Es moneda corriente que los avatares de la vida, los dolores, las angustias y hasta las mismas alegrías, nos hagan difícil ver qué tenemos adelante nuestro. Las simplezas suelen pasar desapercibidas hasta que, sin darnos cuenta, nos topamos con ellas en el instante menos esperado. Aunque también es cierto que sólo las personas sensibles, capaces de captar la nitidez difusa de lo simple, son las beneficiadas. Quiero decir: siempre que vivamos sin detenernos un minuto para contemplar las nimiedades grandilocuentes que nos rodean y hacen de nuestra existencia un lugar y momento mejor, dejaremos de disfrutar de lo simple porque la vorágine nos estaría comiendo. Si, en cambio, ponemos nuestra fe junto a la creencia en el amor como formas de cambio positivo y evolutivo de nuestra superación personal, encontraremos por seguro un nuevo comienzo y la alegría de vivir. Sin embargo ¡qué duro se nos hace apreciar las pequeñas cosas! Y esa ardua tarea se genera porque, cual seres humanos enajenados, tenemos el preconcepto de que lo complicado conlleva un mayor entendimiento (o al menos, más profundo) de las cosas. Y es cuando perdemos la cabeza, tratando de comprender silogismos, sin entender que la clave de la comprensión está en lo más básico y que es eso lo que nos termina haciendo seres felices. Pero por motivos que parecemos desconocer (la ceguera que en varias ocasiones padecemos adrede), llegan momentos en los que la vida nos pone a prueba y hasta nos hace tropezar (a veces de forma tan estrepitosa, que llegamos a caer) para que tomemos conciencia de que lo simple conlleva una grandiosa esencia de felicidad para el hombre.

Por otra parte, cuanto más nos empecinamos en ver más allá de las cosas, cuanto más énfasis ponemos en leer entre líneas lo que ha de ser leído desde la linealidad y no desde las circunvoluciones de la remota óptica metafísica, claro está que más nos alejamos de la naturaleza del mensaje que intenta ser directo y simple. Tendemos a pensar que lo más complicado, es lo que posee la verdad y conserva la entereza de lo esencial. Y, lastimosamente, se nos hace imprescindible detenernos (gracias a los golpes de la vida) para poder concluir que estamos equivocados.
Así, entonces, es como, si hacemos bien las tareas que la vida nos da y las entregamos en el plazo fijado con antelación, al final vamos a haber logrado llegar al núcleo de la simpleza que es el que alberga la pura felicidad humana: la plenitud de sentirse completamente incompletos.

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