domingo, 1 de septiembre de 2013

Locura / Madness by Kate Ryan

"No puedo sacarte de mi cabeza, y sé por qué tú lo dejas ir, pero yo no puedo olvidarlo / aún estoy tirada en la cama, repasando todo lo que nos dijimos / y realmente no es culpa mía, no sé qué hacer/ me está haciendo llorar el corazón el que esté expectante de ti / y no quisiera derramar otra lágrima, pero no puedo controlar lo que siento / Y sé que esto es una locura, pues debería olvidarlo todo, siento que estoy al borde de perder la sanidad mental / Pues todo lo que quiero eres tú, no te puedo superar, aún y siempre, nadie más que tú (...)"

Hay veces en la vida, situaciones específicas, en las que nos obsesionamos con algo, o alguien, en tener eso que no alcanzamos de motus propio, o porque en su momento lo propiciamos nosotros sin darnos demasiada cuenta. Entonces parece que todo se conjugase en contra nuestra, siguiendo la línea de tal obsesión, que anhelamos alcanzar, mostrándonos a cada paso, que eso que nos vuelve locos e insanos, está cada día más lejos de ser obtenido.

Pareciera que todo ocurre adrede, que todo a nuestro alrededor se empecinara en mostrarnos cuán interesante termina siendo eso que deseamos, pero que no vamos a alcanzar. Y entonces, vamos perdiendo cada día más la esperanza de recuperar eso tan preciado. Nos proponemos continuar, pero el nudo en la garganta de no dejar de pensar en lo extraviado y cómo se podría retornar a un estadio previo a su pérdida, parece ser un muro como el de Berlín, y poco a poco el corazón va sintiendo que es cada vez más imposible sobrepasarlo a ese muro que encima va fortaleciéndose. Empezamos a tener reacciones, porque en algún momento de lucidez, consideramos que es importante hacer algo; pero como tantas veces, nuestras respuestas al afuera sólo parecen ser -ante los ojos de los demás- un contraataque en función de no obtener lo perdido. Y las cosas así dejan de funcionar.

Lo cierto es que nuestro exterior es la manifestación de nuestra parte interna e iremos encontrando en cada paso, razones para seguir derramando lágrimas, siempre que pensemos que no es nuestra culpa / responsabilidad. Porque a pesar de los lugares en donde nos pongamos como sujetos sufrientes, si no revisamos qué actitudes nuestras nos llevaron a ver esas manifestaciones externas de lo que nos hiere, vamos a seguir hallando idénticas situaciones hasta que aprendamos la lección de cómo manejarnos para con el resto. La proyección de la que tanto habló Freud, es justamente eso: inconscientemente propicio una circunstancia que sea la que internamente me tiene mal, me genera desequilibrio y decepción. Así, es como vamos a seguir encontrando situaciones que nos provoquen malestar, porque nuestro Yo precisa que se supere de una forma distinta lo que nos genera dolor.
Y nunca debemos olvidar que aún cuando pensamos que hemos tratado de todo para variar los resultados, si estos siguen siendo iguales, es porque aún no tratamos de la forma correcta y es en ese instante en que pensamos que estamos sumidos en una profunda locura.

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