Tu corazón no está abierto así que debo marcharme
El conjuro se ha roto, yo te quería mucho
La libertad llega cuando aprendes a dejar ir,
La creación llega cuando aprendes a decir no
Tu fuiste la lección que yo tenía que aprender
Yo fui tu fortaleza que tu tenías que arrasar
El dolor es una advertencia de que algo va mal
Rezo a Dios para que no dure mucho
¿Quieres subir aún más alto?
No queda nada que intentar
No queda sitio en el que ocultarse
No hay mayor poder
Que el poder del adiós.
Muchas veces nos preguntamos si no es mejor decir "Adiós", pero de una forma
no violenta: sin azotar la puerta, sino dando un abrazo que marque el
agradecimiento al otro por haber atravesado nuestra existencia.
Nos duele pensar en despedirnos de una persona que nos marcó y que entró a
nuestras vidas en determinada ocasión. Que nos enseñó una nueva visión
de la vida que teníamos hasta el momento. Que compartió tanto abrazos y
besos con nosotros... risas, llantos, sueños, deseos...
Y aún así, hay algo que, entre muchas lágrimas propias de una despedida,
nos suena desde adentro como algo que se terminó. Que ya no da para más
continuar al lado de ese ser que alguna vez nos cambió la forma de ver la
realidad. Hay momentos en la vida de cada persona en que se siente que no
hay cosas que se puedan hacer para "salvar" una relación. Es decir, se tiene la
seguridad amarga de que no hay nada más que intentar. De que cualquiera
sea el cambio o variación que se trate de efectuar, no va a ser más que un
dilatador de lo inminente.
Además, lo que esto genera es un creciente doble sentimiento: por un lado,
está el crecimiento de la esperanza por que algo no se termine; y por el otro,
la consecuente apuesta energética (a nivel mental) por la relación lo cual hace
a un mayor sufrimiento de ambas partes cuando todo llega a su fin.
Tal como dice Madonna en la canción, es necesario dejar ir para hallar la
libertad. Si no dejamos atrás los fantasmas del pasado, si seguimos pensando
en que podremos revivir muertos que ya son polvo y hacer que estén
nuevamente con nosotros, no hacemos más que quedarnos anclados al ayer
y no vivimos el hoy. No importa cuánto nos empecinemos en volver al minuto
anterior; no hay modo de hacerlo. Hay que aprender a decirle adiós al pasado
y mirar hacia adelante, o, al menos, al presente: al hoy y al ahora.
Es una tarea difícil abrir nuestros brazos y decirle a quien amamos: "te dejo ir,
y me permito irme. Así que Adiós". Pero muchas veces es un "mal necesario" y
evita que nos enterremos en una utopía que nos promete poder volver el tiempo
atrás y modificar lo que hicimos.
Por último, y haciendo una analogía con las materias de colegio y sus
contenidos, no hay lección que dure demasiado tiempo. Las lecciones
extremadamente largas hacen que se pierda el interés en el tópico y que
querramos salir corriendo del aula para tomar aire y liberarnos del encierro
que nos ata a la misma. Si las lecciones no se aprenden de una (algo que muy
pocas veces sucede), hay siempre una forma diferente de la misma lección
disfrazada y que nos está esperando a la vuelta de la esquina.
Ahora es nuestra palabra la que deberá ser emitida para dejar de sufrir un
pasado que ya se terminó. Libro a la decisión de uds. el final que le quieren
dar a esta historia, tal como el video de esta canción deja una forma libre para
interpretar el flotar de los zapatos de Madonna en la espuma marina.
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